lunes, 8 de septiembre de 2014

Cuando te paras a pensar en las cosas que has hecho por esa persona, que ahora no está ahí a tu lado, es cuando empiezas a pensar en todas aquellas que hubieras sido capaz de hacer, como podías poner la mano en el fuego pensando que no te quemarías, confiar ciegamente hasta tal punto que hiciera lo que hiciera no lo verías como malo. Ser capaz de partirte la cara con quien fuera, y así evitar que no recibiera nada y que llegue un día y tengas que reconocerte a ti como persona que lo que te decían era cierto, que de tantas palabras que te decía, luego había mil que decía a las espaldas, siendo tan cobarde de decirlo por detrás y no a la cara.


 Ese día en el que te paras a pensar y dices: Si tu  eras mi gran apoyo y me has fallado, ¿quien me va a fallar ahora? Porque a unas malas, un fallo se perdona, que alguien te falle pues se olvida, pero que te falle y te decepcione como persona, eso es un error mucho más grande.

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Aprendiendo a vivir aunque me cueste la vida. Hab.448.

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